Puede parecer una idea inocente, pero amputar las uñas a un gato tiene consecuencias muy negativas para el animal. El proceso, que también se llama desungulación, implica extraer los huesos de la punta de los dedos de los pies al gato, y esta acción tiene efectos muy negativos. Afortunadamente, en Europa el Convenio Europeo sobre protección de animales de compañía prohíbe realizar este tipo de cirugía, pero en otros países, como en ciertos estados de EE UU, aún se permiten estas prácticas, a pesar de estar totalmente desaconsejadas por las asociaciones de veterinarios.

Como indica un estudio que se publicó en la revista Journal of Feline Medicine and Surgery en el año 2017, los gatos sin uñas tienen más probabilidad de experimentar dificultades al caminar ya que, cuando se les extirpa la punta de los dedos se ven obligados a apoyar el peso sobre el cartílago blando que anteriormente formaba parte de sus articulaciones. También se sabe que muerden los muñones de sus patas y que pueden padecer dolores crónicos. Si bien muchos dueños someten a sus gatos a la extirpación de uñas para evitar los dolorosos arañazos, se ha observado que los gatos se vuelven mucho más agresivos después de la cirugía.